COLOMBIA EN MACONDO

12.11.2012 22:07

Por: Rodrigo Andrés Salazar Castañeda

Los ingleses a través de un voto “online” eligieron como símbolo nacional, la taza de té, de la misma manera Leonardo Da Vinci para Italia y a Don Quijote para España. Pero a la hora de pensar cuál sería el mejor símbolo que representara a Colombia, muchos saldrían a competir, lo podría ser el cóndor andino, la orquídea, el sombrero vueltiao que es promocionado en cuanta ocasión a nivel internacional se dé, la ruana del altiplano cundiboyacense, el café, las artesanías o quizás los buses escalera o “chivas” como lo podrían ser cuan infinidad de signos que se puede encontrar en nuestra vasta cultura y el riquísimo folclor que posee Colombia. Pero existiría la opción que la obra con la que el gran escritor colombiano Gabriel José de la Concordia García Márquez fue galardonado con el premio Nobel en 1982, Cien años de soledad, fuera el símbolo que fusionara la esencia de un Colombiano y todo lo que le relaciona a nivel de todos los ámbitos de la vida.

Seria controversial tal proposición pero si cada uno se pone a pensar que en toda la obra desde principio hasta el fin, es como si la propia nación tomara vida y se vistiera de Gabo y comenzara a escribir, así como mucha gente llega al país, preguntando ¿Dónde está Macondo? Y que al momento de responder se diría con humor que esta población es solo imaginaria y es producto de la creación del Cataquero de barbas blancas, pero, otra respuesta más fácil seria,” si estas en cualquier coordenada de Colombia, estas en Macondo”, así como es fácil, muchos no se atreven a hacer tal afirmación, pero si entráramos a analizar y a darle razón a aquella respuesta la sacaríamos de alguna manera, obligando a cuestionar ¿De qué manera  Macondo se convierte en Colombia? Y es necesario comenzar a entender como este amplísimo país cabe en una población que inicio solo con 300 habitantes con la colaboración de don José Arcadio Buendía acompañado de Úrsula Iguarán.

Es impresionante la manera en que la novela avanza y la caracterización de Macondo se hace más fiel a la historia de nuestros pueblos, tan solo con iniciar con la exploración y colonización de nuestro territorio que al ser una población minúscula donde no existía algo que la perturbara, pero que poco a poco va creciendo y las barreras que le impedían unirse con las demás territorios se van rompiendo y el pueblo ya no es autárquico sino que el gobierno manda alguien que tomara “las riendas”, y como era tiempo de conservadores tendría que llegar la iglesia para que guiara la educación y la espiritualidad de la gente. Comienza la guerra bipartidista que desgarro y derramo tanta sangre y Macondo no es ajeno a la situación, los propios Buendía participan de ella y se instala en el pueblo el primer cuartel militar como tuvo que pasar cualquier pueblo, así con la muerte de Melquiades se inaugura el cementerio y el desarrollo de Macondo sigue en curso, va creciendo el número de habitantes, la economía y forma de sostenimiento van cambiando donde el banco era las vasijas de barro que se enterraban en el patio de las casas, y ¿Quién no ha escuchado hablar acerca de las llamadas guacas? Hay gente que todavía las busca y otros que se abstienen debido al peligro que representan rumores o mitos como por ejemplo que son custodiadas por el diablo, que desencadenan maldiciones, así como le sucedió a aquel descendiente de los Buendía que  hallo con infortunio las moneditas de oro de la abuela Úrsula. No podía faltar el establecimiento del empleo más viejo del mundo, las casas de cortinas ubicadas en “la calle de tolerancia”. Macondo llego a tal punto de avance que limitado a la carencia de tecnología como ha sido la situación de la nación, comienza un declive hasta llegar a la soledad, soledad que cualquier población grande, chica o metrópolis tiende a sufrir si comete los mismos errores que se cometieron en el terruño del coronel Aureliano Buendía.

La historia de Macondo es la historia de Colombia, pero es la historia que continua, no tiene final obligando que se siga la historia en pro de corregir y avanzar, pero así como la tierra de Mauricio Babilonia pide que no se cometa lo mismos errores  en que fallo, los oídos de la gente siguen sordos, una masacre propinada por Unit fruit company que desaparece los rastros por un gran diluvio que dejo a punto de caer todo lo que se había construido, el ánimo de rechazar todo lo atroz y todo lo que vaya en contra de esta nación joven es abandonado como el mismo tren que trajo el hielo se llevo a los miles de cadáveres que cayeron en la plaza desde que abrieron fuego contra aquella clase que todavía es la menospreciada, la trabajadora.  Hoy, el país es saqueado de la manera más vil y “legal” que pueda existir, la explotación minera, la extracción de recursos como el petróleo y sus derivados, y el indebido aprovechamiento de los recursos naturales, es algo totalmente sin sentido, después varias décadas seguimos invadidos por las multinacionales que vienen a exprimir toda nuestra riqueza y al colar nos deja el bagazo con lo que la gente se debe conformar. Hoy, hace ya varias décadas de aquella atrocidad, las compañías hacen con la gente quienes habitan los lugares donde tienen interés lo que les convenga, así sea sacarlos obligados de su cultivo, de su resguardo, de su casa con tal de llevar a cabo sus proyectos, planes de inundar las ilusiones de las personas que pide a gritos que el gobierno los escuche, cuya respuesta es mandar a un escuadrón de robóticos, porque eso son, inhumanos a que defiendan a las transnacionales y les colabora a agredir a todo individuo que se cruce en el camino del enriquecimiento de unos pocos y la miseria de otros tantos, hoy vemos a una Colombia que se derrumba como los techos por donde sobrevolaban las mariposas amarillas, por la impunidad y olvido del estado, hoy vemos a la gente que se sortea la vida en busca de alguna manera de sobrevivir como lo hacía Aureliano Segundo con Petra en los tiempos de “vacas flacas” . El curso de un país que tiene tantas cosas bonitas pero que va encaminado a una soledad, no de 100 años sino eterna.

Así, como Macondo es el reflejo intacto de los pueblos colombianos, Cien años de soledad es la compresión de toda la realidad Colombiana de ayer, de hoy y lo que podría ser el mañana, de la manera como el destino estaba escrito en los pergaminos de Melquiades hace reflexionar  que en verdad todo está predestinado, pero hay posibilidad de convertir ese escrito a favor de todos. Concluyendo, Macondo es la ciudad de todos, cada uno convive con los personajes de la magna novela, habrá muchas personas que mientras leía sentado en el sillón de la sala, escuchaba en vivo la pianola que Petro Crespi instaló, mientras pasaba las líneas y sin dificultad se adentraba en el curso de la historia volteaba a mirar hacia la pared a observar el cuadro que enmarca el daguerrotipo del bisabuelo, con la bisabuela y sus hijos, mientras esperaba con el coronel la pensión sentado en aquel taburete en cualquier pasillo de la casa, se compadecía de la tía que le ha tocado demandar para que le sea entregado su merecimiento por las tantas horas de labor y sintiendo melancolía al saber el fin de Úrsula que es el recuerdo de las abuelitas de las familias de este paraíso terrenal. Cien años de soledad es el símbolo imprescindible de Colombia y Macondo es la casa que acobija a esta generación agobiada y doliente.  

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